jueves, 11 de marzo de 2010

Inundaciónes en Buenos Aires (porque no pasó, aunque el agua haya bajado)

Madrugada de jueves en a habitación de una bloggera desempleada recientente, pero con un amor reciente también, que hace que la vida esté matizada de momentos de estómago revuelto y momentos de paz divina... buffff!!
Muchas lluvias desde la gran inundación gran, y me pregunto si caerá lluvia a travéz de la rajadura del techo y levantará el piso de madera flotante antiguo, como sucedió la última vez. Son muy buenas maderas, de la manera en que se hacían antes.. volvieron a su estado normal.. aunque levemente curvas..
Demasiado olor a humedad.

Hace como dos semana llovió a cántaros en poco tiempo, y se inundaron muchísimas zonas de la Capital Federal y Gran Buenos Aires. Las fotos que muestro las saqué mientras iba sobre el micro, desde el puente de Villa Alsina hasta Lanús.


Daba miedo como se inundó la avenida Juan B. Justo, los colectivos desviaban haciendo grandes rodeos, la gente cruzaba en bote, o a travez de una línea de soga que tendió gente especial de la municipalidad.

También sucedió en la zona del barrio de Palermo, donde estaba yo cuando empezó a diluviar.
En una divertida, en todo sentido de la palabra, corrida hacia la parada de colectivo, el agua desde los caminos de tierra del Parque Botánico se convirtió en un río que desembocaba en las veredas y la gente no se atrevía a pasar por la correntada (y el miedo a calzados sacados por la fuerte correntada), y las esquinas estaban anegadas, creando un lago hasta el centro de las intersecciónes. No había manera de cubrirse, te mojabas de igual manera. Mucho viento, mucha agua sucia hasta los tobillos. Una victoria Pírrica, decidas lo que decidas te mojabas mal.
Los jeans puestos pican cuando los tenés mojados...

El aire de febrero siempre fue inquieto para los turistas playeriles, pero parece que el cambio de clima se vino para acá.. ahora tenemos brisa fría cuando sube y baja el sol.. y también llueve mucho.. Esa vez demasiado, tal vez, ya que inundó de más mi pieza a travez de unas putas goteras que probocaron finalmente el corto cirtuito de mi araña de techo, el mojamiento de piso de madera flotante como dije antes, la cama, colchón... y todos los vecinos a la redonda tuvieramos corte de luz.


Culpan a una sudestada, tal vez, que hizo que no se drene el agua de la lluvia por el río Maldonado, que corre por la Avenida Juan B. Justo (importante avenida que corta casi a la mitad a la Cap. Fed. Cualquiera. Pero obviamente opino desde el punto de vista de una civil que no tiene los factores correctos, que piensa como muchos más: acá algo huele mal. Cada vez es peor. Los malos siguen dentro del gobierno pudriendose cada vez más extensamente, y dá miedo. Las manzanas podridas continúan pudriendo.

Bondi causando olita.. me salió movida porque mi bondi, quien también fue convertido en un lanchabondi, se movía demasiado.

Eso es lo que pasa en Buenos Aires, que es parte de la Argentina. Lo que pasa afuera de la Argentina no me interesa. No me sirve para nada. Yo puedo expresar un cambio haciendo pensar diciendo un par de cosas obvias, y eso es lo que sirve: pensar, para lo que se puede cambiar.


Puente Alsina de lejos.. muy interesante para fotografiar.. pero hay que tener en cuenta el factor villa miseria: asentamientos clandestinos visibles a simple vista llenan la vista desde un costado, del otro se vé el Riachuelo..




En la actalidad, todavía se siguen haciendo cortes de luz, cada vez más esparcidos..
Y yo sin laburo todavía.. y a estas horas de la madrugada, hago el esfuerzo mágico de no bajonearme.. ya que si bien aprendí con Eckhart Tolle y Terrence McKenna a que debo vivir el momento presente sin preocuparme por el mañana (aceptando lo que se me presenta y cambiandolo si es que no lo quiero) y que el laburo es una exigencia de la sociedad, la carrera, un oficio. .. laburar de algo en particular.. es muy sabido.. si estás totalmente conciente de todo, podés disfrutar de los momentos en los que estás despierto y discernir entre lo que viene de afuera y lo que viene de otras gentes que tratan sin querer o queriendo, de meterte ideas raras en la cabeza, desvirtuando tu verdadera Meta, como me pasó a mí.. ;-)
Hacía mucho tiempo que no veía uno así. Realmente estaba todo negro. Asustaba.
Al otro día hubo luz en mi manzana, pero algunas no la recuperaron.. muchos sitios se quedaron así por dos días seguidos, como el super de los chinos de mi barrio..lugar donde me dirigí a comprar víveres y veo desde lejos que parecía demasiado oscuro dentro.. en realidad iba a ir al supermercado Día%, pero pusieron nuevamente el cartelito "no hay cambio de $100" así que andá a venderle a Gardel" (por no decir algún improperio de más), y me fui enfrente a comprarle a los chinos.. Cuando entré fue una experiencia en un principio rarísima porque todo estaba iluminado por velas en vasitos acomodados por todo el local.. Muy cálido y exéntrico todo, hasta que se acercó alguien que me dijo algo q no entendí nada pero más tarde en la caja me dí cuenta: al no haber luz, no hay caja registradora, y no hay precio de los productos.. el tipo quería seguirme por todo el super para anotar los precios de los productos.... !Ay dios que raro!.
Madnessss

La cosa vá a seguir así, si no es con ésto será con otra cosa.. el ser humano tiende a... no, en Argentina el ser humano argentino tiende a ser descortés, interesado, insolente y egocéntrico. En Uruguay, país hermano, cuando asumió su nuevo presidente hace poco tiempo atrás estaban todos los opositores en el acto de asunción. Eso es madurez. Eso es pensar en el país, en la gente, no en intereses personales.
¿Cristina Fernandez y la inauguración del subte A en las estaciónes de Plaza Flores y Av. Nazca para cuando? (por nombrar uno de los millones de temas pendientes a resolver).
Juro por mi vida que no voté jamás al ex presidiario/presidente M***m (lo dijo así porque siento q es yeta, o sea, mala suerte, muy mala suerte), por De La Rua, Macri, los Kirchnetrdth, etc.


Y para terminar este posteado:

Nuve que parece peligrosa en la ciudá de Baires:

En la aclaración del video dice lo siguiente para darle un apoyo a las imágenes y que entendamos todos: "Estas nubes oscuras y llenas de rayos en su interior son en realidad pequeñas tormentas aisladas. No es un fenómeno tan común pero tampoco es extraño.
En lugar de darse un frente de tormenta grande, se divide en pequeñas tormentas aisladas. No es que todos vieron la misma nube, sino que el fenómeno se repitió en distintas localidades."

lunes, 1 de marzo de 2010

La verdad sobre "El plato del día"

(De Confesiones de un Chef: Aventuras en el Trasfondo de la Cocina, de Anthony Bourdain)

Hace poco vi un cartel a la entrada de uno de esos híbridos chino-japoneses que empiezan a reproducrise como hongos en todas las ciudades. Anunciaba “Sushi a buen precio”. No puedo imaginar mejor ejemplo de “Cosas De Las Que No Conviene Fiarse” que una ganga de sushi en un restaurante. Sin embargo, el local estaba lleno. Me pregunté si estaría igual de lleno en caso de que el cartel hubiera dicho “Sushi de hace varios días”. La buena comida –y el buen comer– está por encima de todo riesgo. Una ostra por minuto te dañaría el estómago. ¿Eso quiere decir que debes dejar de comer ostras? De ninguna manera. Es cierto que, cuanto más exótica sea la comida, cuanto más valiente sea el comensal, más posibilidades hay de futuras molestias. No por eso me voy a negar el placer de comer morcillas, sashimi o ropavieja en un tugurio cubano, sólo porque algunas veces me haya sentido mal después de haber comido esos platos. Pero hay algunos principios generales que me parecen razonables. Cosas que he visto a lo largo de los años han quedado grabadas en mi memoria y han alterado mis hábitos alimentarios: estoy más que dispuesto a probar una langosta a la parrilla en una de esas destartaladas parrillas al aire libre del Caribe, donde la refrigeración es nula y veo con mis propios ojos cómo zumban las moscas alrededor del asador. Pero, por el contrario, si estoy en mi país, donde por razones del oficio como a diario en restaurantes, me he fijado algunos sís y nos terminantes que, por propia decisión, rigen mi vida.
Entras una aletargada noche de lunes en un bonito sitio de dos tenedores y ves que está marchando un delicioso plato del día: atún de las islas del Pacífico, hinojo guisado, tomate triturado y salsa de azafrán. ¿Por qué no pedirlo? Las palabras que deben saltarte a la vista cuando recorres un menú son lunes y plato del día. La cosa funciona así: el chef de ese bonito restaurante encarga el pescado los martes, para que se lo entreguen el viernes por la mañana (y encarga una buena cantidad puesto que, hasta la mañana del lunes siguiente, no habrá reparto). Sí, ya sé, algunos proveedores reparten los sábados... Pero el mercado está cerrado los viernes por la noche (o sea que el pescado es el mismo que el del martes). El chef espera deshacerse del grueso de ese pescado –tu atún– el sábado por la noche, cuando supone que la concurrencia será más numerosa. También supone que, si sobra un poco para el domingo, se deshará del resto sirviéndolo en ensalada de mariscos o como plato del día. ¿El lunes? Es la noche en que se liquida todo lo que haya sobrado, si es posible sacándole dinero. ¿Te parece muy mal? El tipo podría tirar las sobras del atún; a fin de cuentas, puede reabastecerse el mismo lunes, ¿no? Seguro que puede. Pero, ¿qué impide que su proveedor no piense exactamente lo mismo? ¡El tipo también está vaciando su refrigerador! Tú dirás que el mercado está abierto los lunes por la mañana, se puede conseguir pescado fresco. Déjame decirte algo: he estado en varios mercados de pescado a las tres de la mañana de un lunes, y te aseguro que no es un sitio que inspire mucha confianza. Hay muchas posibilidades de que el atún que estás pensando pedir el lunes por la noche haya estando dando vueltas –ya cortado– entre los ingredientes que es necesario tener a mano en la puesta a punto de la cadena durante cuatro días, mientras las puertas de los refrigeradores se abren y cierran cada pocos segundos, a medida que los cocineros van metiendo la mano y tanteando a ciegas en busca de lo que necesitan. Ésa es la razón de que en mis restaurantes no aparezcan productos perecederos en los platos del día del domingo o el lunes por la noche: no aguantan. El chef lo sabe. Calcula la casi segura posibilidad de tener todavía por ahí algún pescado los lunes por la mañana. Y le gustaría sacarle dinero, aun a riesgo de enfermar a los clientes. Si todavía huele bien el lunes por la noche, bueno, tú vas a comértelo. El pez espada me gusta muchísimo. Pero, oh: cuando mi proveedor de pescado sale a comer afuera, nunca lo pide. Ha visto pulular por ahí demasiados parásitos de un metro de largo. Cuando ves unos cuantos bicharracos de ésos, no vuelves a probar el pez espada en mucho tiempo. ¿Lubina chilena? Está de moda; es cara. Para mí fue toda una sorpresa verla en el mercado no hace mucho. Pero es evidente que casi todas llegan congeladas, duras como piedra, todavía con todas sus espinas. Como ya dije, el mercado de pescado no es muy tentador que digamos. El pescado está ahí, sin hielo, en unos cajones casi desarmados, al aire libre y bajo el sol del verano. El que no se vende temprano, se vende más barato más tarde. Cuando se van los encargados de compras de los grandes restaurantes, los compradores chinos y coreanos, que han estado haciendo tiempo en los bares de los alrededores, caen como aves de rapiña y compran lo que queda a precio de saldo. Piénsalo cuando leas por ahí: “Sushi a buen precio”.